- Espido Freire publicó su primera novela cuando solo tenía 23 años. En 1999 se convirtió en la escritora más joven en ganar el Premio Planeta gracias a Melocotones helados y desde entonces no ha dejado de cosechar éxitos con más de una veintena de libros escritos a sus espaldas. Con su última novela, Llamadme Alejandra, que ha supuesto su regreso a la literatura tras casi seis años, se ha alzado con el Premio Azorín.
De eso hace casi veinte años, y aunque es una de las preguntas que en más
ocasiones me han hecho, ni entonces, ni ahora, acabo de comprender la
curiosidad por lo que sentí. Satisfacción, obviamente, muchísima satisfacción,
y la sensación de que debía ser cuidadosa con los pasos que daba. Para mí no se
“conseguía” nada, se iniciaba un camino profesional al que había aspirado y que
ha llegado hasta ahora. Pero era un galardón a un trabajo concreto, no a mí
misma, y más me valía construir a partir de ahí, y no creerme que había
conquistado nada. Respecto a la edad, cualquier año puede llegar alguien más
joven y ganarlo. Centrarse en ese tipo de datos es siempre un error, ¿no
creéis?
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¿Qué
consejo le daría a un escritor novel?
Bueno, los escritores noveles no suelen
aceptar consejos…. ni a mí me gusta darlos. Pero si me aceptan uno, prudencia,
distancia con el texto, y estudio, muchísimo estudio.
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Un
consejo para enfrentarse a la hoja en blanco
La hoja en blanco no es un enemigo. Hay que
tratarla como lo que es, un medio para contar una historia. Tomarla (o tomarse)
demasiado en serio siempre resulta un error.
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¿Se
puede vivir únicamente de la literatura?
Esta pregunta tiene una respuesta un poco
desalentadora… Si nos referimos a los derechos de los libros, eso se da en muy
pocos casos, y por lo general, con libros concretos. Si nos referimos a todo lo
que supone la literatura (cursos, conferencias, etc.) sí. Es muy difícil, y
mucho más sacrificado de lo que se piensa, pero se puede.
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¿Lleva
bien las críticas?
Sí, por lo general las críticas son una
herramienta utilísima para el autor. Lo que resulta desagradable son los
ataques, bien personales, o bien profesionales. Con la crítica nunca he tenido
problemas, quizás porque he sido, por lo general, muy mimada por ella. Y,
siendo sincera, los ataques personales han sido escasos y muy poco relevantes.
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Ha
ganado el Premio Azorín con su última novela, Llamadme Alejandra, ¿Cuándo cayó este personaje en sus manos?
Cuando era apenas una niña. Solo en unas
líneas de una definición de diccionario, pero llamó mi atención de ese momento
en adelante.
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¿Qué
destacaría de Alejandra Romanov?
No soy la más objetiva para hablar de un
personaje al que he dedicado tanto tiempo… para mí es apasionante. Me resulta complicado verlo desde fuera.
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¿Nicolás
y Alejandra estaban condenados?
Desde nuestra perspectiva parece evidente que
sí. Fue un cambio de ciclo histórico que arrambló con mucho y con muchos, entre
ellos, toda una estructura que parecía intocable, como era la monarquía rusa y
su sistema de gobierno.
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Ha
debutado como actriz de teatro con El hogar
del monstruo. ¿Cómo fue la experiencia?
De jovencita ya había estado en escenario,
por mis estudios de canto, y fue algo que siempre me gustó. Además, siempre
intenté darle una vuelta de tuerca a las conferencias y encuentros, de manera
que el salto al teatro fue un paso natural. Es algo que me apasiona, y que
tengo intención de continuar haciendo.
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¿Escribir
o actuar? ¿Qué es más gratificante?
No es comparable… al menos para mí, no tienen
nada que ver. Despiertan emociones distintas y exigen cualidades muy
diferentes. Preferiría no tener que escoger. Ambas me aportan muchísimo.
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¿El
escritor nace o se hace?
Se hace, sin duda, a partir de una vocación,
unas capacidades y un trabajo constante. Sé que insisto mucho en el trabajo,
cuando otros autores prefieren hablar de inspiración, o de talento… pero creo
que soy más sincera si cuento las cosas como yo las vivo.
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¿Cree
que se dan pocas oportunidades a los escritores noveles?
Todo inicio en una profesión nueva es
complicado, y la literatura no lo iba a poner más fácil. Todos creemos que
nuestros inicios fueron muy complicados, y que los que vienen detrás lo tienen
más fácil, claro, pero si se me permite, creo que ahora, precisamente, no es el
peor de los momentos para los noveles. Tienen más herramientas para llegar a
los lectores y no depender de una editorial, y los jóvenes, por ejemplo, saben
usarlas muy bien. Los noveles un poco mayores tendrán que hacer un esfuerzo de
adaptación. Ayuda mucho el ser realista y no albergar expectativas demasiado
altas.
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¿Qué
libro le habría gustado escribir?
Tantos… cualquier tragedia de Shakespeare. O
“Cumbres Borrascosas”, de E. Brontë. O...
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¿A
qué escritor le habría gustado conocer?
No pude conocer a Miguel Delibes, y me
hubiera gustado mucho. Era una de mis referencias.
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Según
los estudios la gente cada vez lee menos. ¿A cree que se debe? ¿Falta de ideas?
Hace unos años parecía que solamente salían libros de novela negra…
Yo no tengo esa impresión. Los estudios
cuantifican datos muy relativos, y aunque los hábitos de lectura están muy
lejos de lo que nos gustaría, ha
existido un nuevo interés por la poesía que hace unos años era desconocido, o
por la literatura juvenil, o… hay que tener en cuenta que hemos atravesado una
crisis brutal que ha afectado desde los hábitos de consumo a las inversiones
culturales. Pero yo prefiero ser ligeramente optimista: y apuesto,
constantemente, por los lectores jóvenes, y por aquellos que han finalizado la
universidad y leen de nuevo, y por las madres y padres recientes que están leyendo
sobre educación y pedagogía y por los jubilados que se apuntan a un club de
lectura… Y por supuesto, por los medios digitales.
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¿Qué
libro está leyendo?
¿Ahora mismo? Una tesis sobre la enseñanza a
través de medios digitales, escrita por un pedagogo norteamericano, que aún no
ha sido publicada. Estoy muy interesada en ese tema.
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¿Cuáles
son sus próximos proyectos?
Una novela juvenil… y un ensayo. Esperemos
que vean la luz en 2018
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