Hace unos meses TVE daba luz
verde a un arriesgado proyecto: Estoy vivo. El actor Mon Ceballos fue el
encargado de dar vida a Javier Montes, El Carnicero, que mantuvo en jaque al
personaje interpretado por Javier Gutiérrez durante toda la temporada. Este actor
madrileño se encuentra actualmente de gira teatral con Los Atroces, cuyo
personaje, Orestes, ha recibido grandes críticas, y con la obra Pánico, sobre
el amor y el miedo.
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¿Recuerda cómo se sintió la primera vez que obtuvo un papel?
Los años previos a dedicarme por entero al
arte dramático, mucha gente,no siempre de la profesión, se empeñó en hacerme
ver lo difícil que era y que no tenía mucho futuro en ella. Conseguir un personaje
por “pequeño” que fuese en el ámbito profesional era la constatación de que
efectivamente si se podía, con lo cual, además de alegría, sentí optimismo.
Había dado un pequeño paso, pero importante.
Fue en la serie El Comisario, en 2000.
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Dónde crece más un actor, ¿en el teatro,
la televisión o el cine?
La verdad es que no lo sé. Son técnicas y
experiencias diferentes.
Supongo que como realmente se crece es trabajando, independientemente del medio. Aunque, si tuviese que considerar una de las tres realidades como de paso obligatorio para el actor, sería el teatro, sin duda.
Supongo que como realmente se crece es trabajando, independientemente del medio. Aunque, si tuviese que considerar una de las tres realidades como de paso obligatorio para el actor, sería el teatro, sin duda.
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¿Cree que con El Ministerio del Tiempo o
Estoy Vivo TVE se ha reconciliado con el espectador?
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(C) Maydel |
Por supuesto. La aparición de productos
televisivos como estos dos y más que están apareciendo, viene a dejar claro que
el factor riesgo es muy agradecido por el público. Si no hay riesgo, no estás
apostando por lo que funciona, sino por lo que funcionó antes, y en este país
repetimos demasiado los esquemas de los éxitos pasados. A veces ni siquiera fueron nuestros éxitos.
El público quiere ser seducido, y esa seducción llega con riesgo, ideas
novedosas, alto nivel de apuestas, caras nuevas, y con buen hacer dentro de esos parámetros.
Creo que estas dos series han conectado con la audiencia por esa razón entre
otras.
"En este país repetimos demasiado los
esquemas de los éxitos pasados".
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¿Qué ha supuesto para usted haber podido
interpretar al Carnicero en Estoy Vivo?
El Carnicero era un personaje que en un
principio no iba a tener el recorrido que ha tenido finalmente, con lo cual,
haberlo visto nacer y crecer ha sido muy motivador, a la par que complicado: la
trama se iba desarrollando capítulo a capítulo y solo tuve toda la información
leyendo el último guion. En el momento
en que el personaje se disfraza, la interpretación se desdobla y genera un
campo de trabajo muy aprovechable, que te permite crear dos personajes en uno,
siendo ese precisamente el núcleo central de su trama. Descubrir al final las
verdaderas motivaciones de personaje le daba una profundidad que a priori no
estaba, con lo cual no estaba generando un malo plano, sino un ente con
poderosas razones. Viendo la respuesta de la gente, la valoración final es que
el trabajo gustó. Y ojalá hubiese podido desarrollarlo un poco más...
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¿Cuál es la mayor lección que le ha dado
la vida?
Descubrir que absolutamente todo es efímero.
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¿Cuál ha sido el proyecto en el que más
le ha gustado trabajar?
Me gusta trabajar en aquellos proyectos en
los que consigo aprenderme los nombres de todo el equipo. Cuando eres actor de
oficio, en el mejor de los casos estás un día en un lado y otro día en otro, y
no tienes tiempo de sentirte parte del todo. Cuando tengo la oportunidad de
compartir un largo tiempo con el mismo grupo de profesionales, el trabajo se ve
beneficiado, además de conocer a gente maravillosa. Es lo único que le pido a
la profesión.
"Creo que en esta profesión el talento es tu padre y la suerte tu madre".
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¿Qué es lo más duro de ser actor? ¿Y lo
peor?
Es una pregunta muy complicada... Haciendo
una valoración general de mi vida trabajando, debo reconocer que he tenido
mucha suerte. Empecé a trabajar relativamente pronto, con altibajos, por
supuesto, pero siempre ha aparecido un nuevo proyecto, una nueva oportunidad,
una nueva prueba o un nuevo reto. Eso quiere decir que la apuesta que hice por
mi mismo hace unos años, se mantiene. No me gustaría ni imaginarme la
posibilidad de no haber encontrado una sola puerta abierta en el camino, y a
veces pienso en lo afortunado que he sido. Creo que en esta profesión el
talento es tu padre y la suerte tu madre. Las horas de esfuerzo, las pones tú.
Si el triángulo no funciona unido, no habrá desarrollo. A lo que quería llegar:
pasar mucho tiempo sin trabajar, es demoledor. Los altibajos en el calendario y
las facturas por pagar pueden volverte loco. No siempre depende de ti, ni de tu
talento. Los premios de esta profesión no son los galardones. El auténtico
premio es seguir trabajando.
Si hay algo que me gusta de Orestes es que
durante la primera hora de la función se convierte en un espectador más, al que
hay que contarle la historia desde el principio y me permite disfrutar del
talento de mis compañeros de Teatro Defondo, con los que llevo trabajando ya
doce años. Es interesante construir desde el “no saber” y que toda la acción
sea escuchar y entender lo que pasa... Parece fácil, pero estar en un escenario
“solo escuchando” puede ser una labor muy compleja.
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¿Todos arrastramos algún crimen
irreparable?
Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos, ¿no?
Ahí está el secreto de aprender, no siempre por las buenas. Si no conviertes tu
error en aprendizaje y no consigues perdonarte y que te perdonen, el crimen se
convierte en maldición. En Erinia. Aunque cuando se trata de matar, mejor que no se de la oportunidad de aprender nada,
ni que te perdonen ni perdonarte.
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Usted también participa en la obra
teatral Pánico, que habla del amor y el miedo. ¿Cree que son precisamente las
dos emociones más fuertes del ser humano?
No sé si son las más fuertes, lo que si creo
es que ambas son francamente motivadoras. Y muchas veces, aparecen juntas.
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¿Qué proyectos tiene para el 2018?
Me quedan unas cuantas fechas de la giras de
Atroces y Pánico y luego nada más. Ponerme a la espera otra vez. Había pensado,
aprovechando el vacío de calendario y que este año cumplo dieciocho años en la
profesión (mayoría de edad), escribir un anecdotario de cosas que me han ido
pasando en este tiempo en el trabajo. Así que, espero que salga pronto otro
proyecto y no tener tiempo para escribirlo.
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