Sol Aguirre
un día decidió que iba a dejarlo todo para dedicarse a lo que siempre le había
apasionado realmente: escribir. Abrió un blog, Las claves de sol, en el que
escribía historias cotidianas y muy pronto miles de mujeres comenzaron a
leerla. El pasado año sacó a la venta Algún
día no es un día de la semana, cuya protagonista, Sofía Miranda, decide
encontrar su lugar en el mundo. La novela ha obtenido muy buenas críticas y ha sido
todo un éxito de ventas.
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Usted
estudió Derecho y durante años estuvo ligada al mundo del marketing. ¿En qué
momento sintió la llamada de la escritura?
La escritura siempre estuvo en mi vida. Yo escribía
desde muy pequeña, participaba en los concursos de relatos del colegio, escribía
también poesía. Escribir y leer siempre fueron mi desahogo, mi manera de
expresarme, pero poco a poco mi pasión se quedó en un rinconcito.
La maravillosa crisis de los cuarenta me empujó a
hacer de esto mi forma de vivir, de respirar. Todavía me quedaba, como mínimo,
la mitad de existencia. Y decidí que quería pasarla dedicándome a lo que me
hace feliz.
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¿No sintió
vértigo al dejarlo todo para dedicarse a escribir?
Claro que sí,
pero me asustaba mucho más no hacerlo. Me aterroriza arrepentirme de lo no
hecho.
(C) Sol Aguirre |
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En alguna
entrevista ha comentado que usted escribe desde pequeña, pero que de repente
dejó de hacerlo hasta hace unos años. ¿Por qué a veces olvidamos quien queremos
ser realmente y nos dejamos arrastrar por lo que debemos hacer, lo establecido,
por las rutinas?
Porque nos enseñan a luchar por lo que hacemos, pero
no por lo que somos. Las carreras
artísticas son el hermano feo, lo no rentable, y eso es tremendamente castrador,
para el individuo y para la sociedad. Cuántos pintores, escritores, actores
deslumbrantes se habrán quedado en la mesa de un despacho...
Es muy difícil nadar contra corriente, y en el caso de
las mujeres contamos con que, lamentablemente, todavía la carga familiar recae
sobre nosotras y es agotador. No queda mucho espacio para vivir, nos
conformamos con existir. Me parece tristísimo, vida solo hay una.
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Sofía
Miranda, la protagonista de Algún día no
es un día de la semana, decide encontrar su lugar en el mundo. ¿Usted cree
que lo ha encontrado?
Tengo clarísimo que mi lugar está frente a una página
en blanco, sí.
«He aprendido que lo mejor de esta locura de escribir es saber que a alguien, al otro lado de la pantalla o de la página, se le está removiendo algo por dentro al leerte».
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¿Qué ha aprendido escribiendo Algún
día no es un día de la semana?
He aprendido mucho más de lo que pueda describir en
esta página, y sigo haciéndolo cada día. Ahora sé que yo soy completamente yo
cuando estoy creando una historia, y que un personaje puede fundirse con el
escritor hasta el punto de no saber dónde empieza uno y acaba el otro. Y, sobre
todo, he aprendido que lo mejor de esta locura de escribir es saber que a
alguien, al otro lado de la pantalla o de la página, se le está removiendo algo
por dentro al leerte.
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¿Cuál diría
que ha sido el elemento clave para que tanto su blog como su libro hayan sido
todo un éxito?
Eso habría que preguntárselo a mis
lectoras, pero creo que tiene mucho que ver con el hecho de que ellas se
identifican con lo que escribo y con que describo situaciones que muchas
vivimos y no contamos. Se sienten acompañadas, de alguna manera. Además lo hago
en clave de humor, y leer tus miserias con una sonrisa en los labios es
bastante liberador, o eso me cuentan.
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¿Nos tomamos
la vida con poco sentido del humor?
No podemos generalizar, pero sí
existe la creencia de que el humor le resta importancia y le falta el respeto a
ciertos temas. No estoy en absoluto de acuerdo. El humor mejora un día bueno y
arregla un día malo. El humor nos salva la vida, la de verdad, la que no es
solo respirar.
(C) Sol Aguirre |
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¿Qué cualidades
tienen sus escritores favoritos?
Escriben
para ser entendidos, no para ser admirados.
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¿Qué
historias la cautivan?
Las que muestran que lo cotidiano
puede ser extraordinario.
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¿Qué
detalles puede adelantar de su nuevo libro?
Vuelve Sofía. Le debo demasiado como
para no dejar que me acompañe de nuevo. Y, por supuesto, vuelve Nueva York.