lunes, 18 de agosto de 2014

Entrevista a Mikel Santiago


Decía Truman Capote que “el mayor placer de la escritura no es el tema que se trate, sino la música que hacen las palabras” y esto es precisamente lo que ha conseguido Mikel Santiago con su primera novela, ‘La última noche en Tremores Beach’, una ópera prima brillante, que consigue atrapar al lector en el misterio que albergan sus páginas.
Tal es el éxito que ha conseguido Santiago, que ya algunos lo comparan con escritores de la talla de Patricia Highsmith o el mismísimo maestro del thriller, Stephen King.
 Desde hace tiempo Mikel Santiago administra el blog El Relatódromo, un lugar para encontrar relatos de impecable factura como ‘Historia de un crimen perfecto’, que ya en su día quedó entre los 10 más vendidos de internet.



¿Cómo decidió un hombre dedicado a la informática y la música adentrarse en el mundo literario?

La música arrasó con todo entre mis 17 y 27 años, aunque siempre he escrito. Quizás con el declive de mi carrera de rock star ;-) empecé a dedicarme mas en serio a mis cuentos y novelas. En cuanto a la programación, siempre fue un hobbie y se convirtió en un hobbie que daba dinero

¿Qué tienen en común la música y la literatura?

Mucho y poco. Como artes, ambas exigen trabajo y horas de preparación. El proceso de composición podría tener alguna semejanza, pero la ejecución es lo que las hace completamente diferentes.  Siempre digo que escribir un libro es como ensayar miles de horas para dar un único y largo concierto: el momento en el que el lector abre el libro y  lo lee.

Cómo hace Peter Harper, ¿debemos hacerle caso siempre a nuestros sueños? ¿Cree que nos transmiten algo?

Hay que escucharse continuamente. A nuestros sueños, a nuestros miedos, incluso a los pensamientos más nimios del día. Todo es parte de un mensaje, a veces demasiado complejo, otras veces brutalmente sincero, tan sincero que nos supera. Por eso creo que nuestro cerebro crea los sueños. Para decirnos, de una forma sutil, esas grandes verdades que de otra forma resultarían abrumadoras.

¿Le da miedo que algún día le pueda ocurrir lo mismo que a su protagonista y quedarse sin inspiración?

Si, definitivamente. De hecho, suelo quedarme en blanco muy a menudo, pero creo que he desarrollado una receta para esos momentos: Leer, viajar, cambiar de aires y hablar con gente nueva. Y hasta ahora ha funcionado: siempre surge algo que desata mi imaginación.

¿Cómo pasó de los relatos a la novela? ¿Se le quedaban cortos para lo que quería contar?

Me encanta escribir relatos. Me gustan las ideas compactas y pequeñas y el hecho de poder terminar un relato y poder cambiar todo — el tono, el punto de vista, el escenario y los personajes — rápidamente para el siguiente.

Una novela es más como una subir una montaña. Es un camino dificil, hay que estar preparado y tener la mentalidad correcta. Cuando empecé a escribir, mis primeros intentos fueron novelas que no estaba preparado para “encumbrar”.  Así que me entrené con relatos durante más tiempo y finalmente algunos de ellos comenzaron a “apuntar” a novelas. 

¿Se esperaba el éxito que ha obtenido con ‘La última noche en Tremore Beach’?

No: era imposible esperar algo así. Cuando escribía Tremore Beach pensaba que quizás, como mucho, podría autopublicarla y conseguir unas cuantas ventas. Me parecía una novela completamente “outsider” del mercado editorial en España. Por lo visto, me equivoqué.

Le comparan con maestros como Stephen King o John Conolly. ¿Una alabanza o una gran presión?

De alguna manera hay que clasificar las historias y los escritores recién llegados, pero no me tomó estas comparaciones como nada más que eso.

¿Le gustaría que su novela llegara al cine o a la pequeña pantalla al más puro estilo de Twin Peaks?

Hay, de hecho, una productora muy interesada en los derechos cinematográficos de Tremore Beach y durante una de nuestras últimas conversaciones surgió la referencia de Twin Peaks, imposible de evitar por otra parte.  Yo la veo como una serie corta, con unas tramas quizás un poco más desarrolladas, o una peli muy psicológica al estilo de Shutter Island.

Ha dicho en una entrevista que el problema de España es que la gente no tiene un país en el que desarrollarse. ¿Se refiere a la crisis?

Cuando vives en el extranjero unos cuantos años te das cuenta de la cantidad de talento que el país está dejando marchar después de haber invertido en su formación. Desde la escuela hasta la universidad pública o la formación profesional; formamos personas que no encuentran oportunidades y se ven abocadas a hacer la maleta. Y otro país se beneficia de ello “gratis”.  Esto es una verdadera lástima y un varapalo económico importantísimo. Mucha gente volvería encantada por mucho menos de lo que se piensa. Pero hay mínimos que cumplir.

¿Cómo está el panorama literario en España a causa de la crisis?

Me confieso bastante ignorante en lo que a “panoramas literarios” se refiere.  Las crisis suscitan la imaginación, las ganas de aventurarse en proyectos y el riesgo. Quizás esto tenga mucho que ver con los nuevos autores e historias que están llegando al mercado y triunfando, tanto en casa como fuera.

¿Cree que en España se lee poco?

España tiene un índice históricamente menor de lectores que otros muchos países del mundo, aunque mi entorno familiar y de amigos es muy lector y conozco muchos grupos de lectores con pilas gigantescas de libros esperando a ser leídos.  Supongo que la estadística manda, pero yo cada vez veo más gente leyendo y disfrutando de este placer único.

¿Cuáles son sus próximos proyectos? ¿Está ya escribiendo una nueva novela?

Sí. Estoy ultimando una novela y terminando varios cuentos. Espero que muy pronto se puedan anunciar muchas novedades al respecto.

Un libro: A Sangre Fría. Capote.

Una película: Tiburón. Spielberg.

Una canción: Beast of burden. Rolling Stones

@rdellector

martes, 12 de agosto de 2014

La balada del violín

El viejo violinista ha salido temprano. Las calles aún están vacías, y el viejo camina despacio. Los años ya empiezan a pasar factura. Tiene hambre, pero entre sus pertenencias no ha encontrado ni una sola moneda. Anoche se gastó lo último que le quedaba en dos cartones de vino y un poco de empanada.

Se sienta en la pequeña y roída silla que aún conserva de mejores tiempos y empieza a tocar. Sus dedos arrancan a las cuerdas una melodía triste, pero hermosa. No hace tanto tiempo la gente elegante se sentaba en sus butacas a escucharlo. En apenas días, las entradas se agotaban y sin embargo, ahora, mientras toca, sólo dos perros callejeros se han parado a escuchar su melodía.
Pone su sombrero en el suelo esperando que los viandantes se apiaden de él y le regalen algunas monedas para pasar el día. Pasadas dos horas, ya tiene suficiente para desayunar.

Guarda su violín en la funda y compra un par de cartones de vino, y mientras bebe, se acerca a un escaparate. Ve ropa elegante y bonita, la misma que hace unos años engalanaba su guardarropa y suspira con nostalgia.
Los que salen de la tienda le dedican una mirada lastimera y continúan su camino, sin saber que aquel hombre viejo y medio borracho, amenizaba sus veladas cuando iban al teatro. Ahora ya no lo recuerdan.

En pleno estado de embriaguez acierta a abrir el segundo cartón de vino y se acerca al escaparate de una pastelería. El dulce olor del pan y las tartas lo devuelven a su casa, junto a su mujer y sus hijos, y entre lágrimas, recuerda como celebraba su cumpleaños entre aplausos y risas cuando soplaba las velas. Ahora ellos se han marchado. Más bien, él se marchó de sus vidas hace años cuando el éxito empezó a esfumarse. Empezó a beber para poder olvidar que su cuenta corriente menguaba al igual que su consciencia.

Empieza a llover y las gotas de agua lo despiertan. Está empapado, pero lo único que le preocupa es que ya no le quedan monedas para comprar más vino. Esta noche no habrá cena, se dice así mismo.

Toma su violín e intenta resguardarse de la lluvia y el viento. Bajo una terraza se acurruca y comienza a tocar la canción que compuso el día que nació su primer hijo, y las lágrimas pasan desapercibidas por la lluvia. Una pareja que camina sonriente bajo el aguacero se para y escucha la hermosa melodía hasta el final, y el viejo ve caer en su sombrero un billete.

El violinista lo coge, lo besa y lo guarda en su abrigo para que no se moje. Sabe que esa noche se va a dar un festín. Compra todo el vino que le alcanza y, feliz, se lo va bebiendo poco a poco,saboreándolo, hasta que pierde la conciencia.

Esa noche soñó con ellos. Soñó que volvía a besar de nuevo a su esposa, a abrazar a sus hijos y llenar nuevamente auditorios. Aquella noche,  el viejo volvió a sonreír por primera vez en años. Aquella noche el violinista dejó de tocar para siempre.

@Rdellector

jueves, 7 de agosto de 2014

Entrevista a César Pérez Gellida

Dejó el mundo del Marketing para apostar de lleno por la literatura, y vaya si lo consiguió. La crítica lo alaba y sus lectores dicen que sus novelas son de esas que enganchan desde la primera hoja hasta la última.
César Pérez Gellida ha revolucionado la novela negra en España con la publicación de su trilogía 'Versos, canciones y trocitos de carne' compuesta por 'Memento Mori', 'Dies Irae' y 'Consummatum est', con la que campa a sus anchas por los laberintos de la complicada mente criminal. 






Dejó su vida en Valladolid para mudarse a Madrid y empezar una nueva carrera como escritor. ¿Cómo lo vivió? ¿Tuvo el apoyo de su familia?

Con tanta ilusión como incertidumbre. En realidad no tenía ninguna seguridad de que pudiera dedicarme profesionalmente a escribir, pero el simple hecho de dedicar mi jornada laboral a escribir ya suponía incentivo suficiente.
Conté con el apoyo indispensable de mi mujer, Olga, sin ella nada hubiera sido posible.

Con su primera novela, ‘Memento Mori’, obtuvo un gran éxito en apenas pocos días. ¿Cómo se vive ese éxito? ¿Sabe a victoria?

El éxito es muy relativo. Es cierto que la crítica aupó la novela desde en principio, pero de ahí a que se considere un éxito comercial hay un camino muy largo que no se ha recorrido en días, ni en semanas. Contra el éxito y el fracaso, esos dos impostores que decía Kipling, me receto la misma medicina: indiferencia. 

En sus novelas la música y la poesía son elementos importantes, además de las frases en latín. ¿De dónde surge esta idea?

Son parte del ADN de uno de sus protagonistas, Augusto Ledesma. Este sociópata narcisista, incapaz de empatizar con el resto de sus congéneres, utiliza la poesía y la música como vehículos de transmisión de sus emociones. La idea me la dio el propio Augusto. 

Desde Héroes del Silencio, Muse, Vetusta Morla... ¿Son sus grupos de cabecera?

Parte de ellos, sí. Mi repertorio musical es tan amplio y diverso como el del protagonista y, efectivamente, es un rasgo que aporto yo mismo al personaje. 

Se le nota que se ha documentado perfectamente sobre los asesinos en serie, tanto, que algunos críticos han llegado a decir que Augusto Ledesma/Orestes es el Aníbal Lecter español. ¿Cómo se prepara para plasmar tanta información en sus novelas?

Lo cierto es que Augusto tiene muy poco que ver con Aníbal Lecter, apenas coinciden en su gusto refinado pero son perfiles muy divergentes. Principalmente me apoyo en expertos en la materia y en documentación que consigo a través de Internet y por otros medios menos convencionales. 

¿Con cuál de sus personajes se identifica? ¿Le ha costado construir alguno más que otro?

Digamos que el que más se parece a mí es Carapocha porque se expresa como yo lo hago con mi círculo más cercano, pero el resto de caracteres que forjan su personalidad son ficción. 

Existe ya algún proyecto para llevar al cine sus novelas? ¿A qué actor español ve como Augusto Ledesma?
 
Existe, sí, pero en proceso de gestación y el parto no se atisba ni cercano. En realidad hay varias opciones pero ninguna lo suficiente madura como para mencionarla. Del casting se encargarían otros llegado el caso, como Augusto tengo dibujadas varias opciones, tan válidas como las de cualquier lector.

¿Le gusta planificar cada detalle, cada idea antes de escribir?

No. Escribo en el punto que lo dejé el día anterior y si tengo muy claro el camino por el que ha de discurrir la trama lo descarto. No me gusta proyectar a largo plazo porque inconscientemente el cerebro traza líneas rectas, poco adecuadas para el género en el que está encuadrada la trilogía. 

A día de hoy, la piratería está a la orden del día. De hecho, su segunda novela fue pirateada el mismo día que salió a la venta. ¿Qué opina del tema? ¿Cree que la solución pasa por adaptarse a nuevos formatos o a bajadas de precio?

La solución nadie la conoce pero desde luego sí tengo claro que estamos lejos de descubrirla. Bajo mi punto de vista todo pasa por el diálogo entre los tres actores de este vodevil: los lectores, la Industria (editorial) y los escritores. Por el camino que vamos van a quedar muy pocos con opciones de vivir de la venta de su obra, lo cual, dicho así, suena hasta ilegítimo. Hay muchas mentiras que a fuerza de repetirse hasta la saciedad se convierten en certezas, tipo “Lo que hay en Internet ya lo pago con mi tarifa plana”. 

Es usted una persona muy accesible en las redes sociales. ¿Es importante la relación escritor - lector para usted?

En estos momentos creo que no solo es importante, es indispensable. La escasez de recursos hace que las inversiones en comunicación por parte de las editoriales se hayan visto reducidas drásticamente. Así, la única forma de darse a conocer para un autor es el contacto directo con sus lectores y potenciales lectores. Dar a conocer su obra. Ahora bien, ese trabajo que hacemos muchos de nosotros justifica un cambio en las condiciones retributivas respecto a la editorial, que a día de hoy rondan el 10% del PVP menos IVA. Por simplificar diré que por la venta de alguna de mis novelas (19€ PVP) a mi bolsillo llega poco más de 1€. Si además al autor le toca hacer parte del trabajo de promoción, lo lógico es que el autor participara más de los beneficios. 

En ‘Dies Irae’ no ha dudado en incluir a personajes reales como Mladic. ¿Por qué Los Balcanes, le marcó el conflicto?

Sí. Fue el primer conflicto al que asistí desde la comodidad de mi sofá. Recuerdo a Pérez-Reverte o a Sistiaga narrando los enfrentamientos armados en directo. Con apenas veinte años trataba de entender pero lo que nos llega de los medios de comunicación nunca es la verdad objetiva, es una visión muy parcial de los hechos. En Dies irae he tratado de terminar de pintar ese cuadro con honestidad. 

Hay una frase que dice Armando Lopategui en ‘Dies Irae’: " no hay peor asesino en serie que el que se siente legitimado por una bandera. ¿Es así en la vida real?

Absolutamente. Así fue, así es y así será. 


Según dicen los lectores, 'Consummatum est' es el cierre perfecto de la trilogía. 

Bueno, yo no sé si "perfecto" es la palabra que más se ajusta. Yo diría que es honesto. Los personajes me fueron empujando a escribir este desenlace y ahora creo que la clave reside en que todos ganan y todos pierden. No obstante, depende de la interpretación que haga el lector si es más "sanchista" que "augustista" o viceversa. 

¿Volveremos a leer novelas protagonizadas por algunos de sus personajes tal y como deja entrever en la nota final?

Te voy a dar una exclusiva: la respuesta es sí.


¿Tiene algún proyecto entre manos actualmente?

Tengo una novela entregada a la editorial pendiente de revisión que se publicará en el primer trimestre del 2015 y estoy empezando con otra de la que no te puedo hablar.


Un libro: Cualquiera de los que he terminado. Ello implica que vivirá siempre en mi memoria.

Una canción: En este momento Begin the end de Placebo.

Una película: La adaptación de la trilogía: Versos, canciones y trocitos de carne. 

@rdellector

miércoles, 6 de agosto de 2014

Cuando la luz se apaga



Me llamo Pablo,  tengo seis años y me da mucho miedo la oscuridad. Desde que tengo memoria nunca me ha gustado estar solo ni la ausencia de la luz. 

Mamá dice que es algo normal, que le pasa a todos los niños, pero que cuando crezca, se me pasará. Sin embargo, yo creo que esta vez ella está equivocada.
Por las noches, siempre leo un cuento antes de dormir, y cuando escucho sus pasos por el pasillo, lo guardo debajo de la almohada para que ella no lo vea.
Siempre se sienta a mi lado y me da un beso de buenas noches. Cuando va a apagar la luz le pido que no lo haga, porque me da miedo, pero ella siempre sonríe mientras  dice: tranquilo, Pablo, si tienes miedo solo tienes que llamarme para que venga, ¿vale? Yo asiento, pero el miedo empieza a subirme por las piernas para alojarse en mi estómago.

Cuando ella apaga la luz yo saco la pequeña linterna que me regaló mi abuelo, me cubro la cabeza con las mantas, y sigo leyendo el cuento que escondí bajo la almohada. Intento no pensar en lo que hay fuera de aquellas mantas, pero papá siempre me pilla, aunque nunca me regaña.

-       -   Pablo, ya eres un niño mayor, tienes que empezar a dormir con la luz apagada, me dice.
-       -   Ya, pero es que me da miedo. ¿No puedes dejar la puerta abierta al menos? ¡Solo hoy!
-       -   Ya sabes que no. A ver, Pablo, ¿qué es lo que te da tanto miedo? Aquí no hay nada, ni nadie. Ya sabes que no existen los monstruos. No te va a pasar nada malo. Venga campeón, es hora de dormir. Dice papá al tiempo que me quita la linterna y el cuento.

Otra vez a oscuras. Cierro muy fuerte los ojos, pero sigo teniendo miedo. Cuando los abro, veo una sombra extraña en la pared y vuelvo a cubrirme con las mantas hasta taparme los ojos. Al rato, cuando no escucho nada, voy bajando poco a poco las mantas para ver si aquella sombra sigue allí, ¡y allí está! Se mueve y gritó con todas mis fuerzas.

Mamá viene a la habitación y yo le explico lo que ha pasado. Ella se tumba a mi lado y apaga la luz para que le enseñe la sombra siniestra que me acecha desde la pared. Cuando la ve, me dice que es la sombra del árbol del jardín, y que se mueve mecido por el viento. Le pido que deje la luz encendida, pero nada, no hay suerte. 

Cuando vuelvo a quedarme solo y a oscuras empiezo a escuchar ruidos raros. Vienen del armario, estoy seguro. Me tapo de nuevo hasta la cabeza y me tapo los oídos con las manos. Al rato, quito las manos y ya no escucho nada. Sin embargo, no puedo apartar la mirada de la puerta del armario entreabierta.
En la oscuridad, diviso una figura, pero me digo a mí mismo que solo es mi imaginación. Papá y mamá dicen que los monstruos no existen. 

Tac, tac, tac. 

La puerta del armario se ha movido. Estoy seguro.

Tac, tac, tac.

El miedo me tiene paralizado. Ni siquiera soy capaz de llamar a mamá. De repente, empiezo a escuchar pequeños pasitos y me meto debajo de las mantas hasta hacerme una bolita. Los ruidos no cesan. Siguen ahí y yo tengo mucho miedo. 

Vuelvo a descubrir mi cara y cuando miro hacia el armario no hay nada. Respiro aliviado. A lo mejor papá tiene razón y es solo mi imaginación.

Me tumbo boca arriba y cometo la equivocación de sacar una mano de la cama y dejarla caer hacia el suelo. Cuando siento que algo me toca vuelvo a quedarme paralizado. Esta vez si consigo gritar: mamáaaaaaaaaaaaaa. Pero ella no viene. Pruebo y grito papá, pero él tampoco acude.

Me armo de valor y me destapo corriendo y salgo pitando de la cama para encender la luz de la habitación. Allí no hay nada. Dentro del armario solo está mi ropa. Y bajo la cama, está el osito que los abuelos me regalaron por mi cumpleaños. Debo haberlo tocado cuando saqué la mano de las mantas.

Más aliviado, me vuelvo a tumbar en la cama y cuando me estoy quedando dormido, escucho que alguien me llama. Entre sueños, contesto, y la voz me responde. Pero de repente caigo en la cuenta de que no sé quién me está hablando y vuelvo a gritar para que venga mi madre. 

Esta vez ella acude y me abraza para que me tranquilice. Yo lloro y le digo que deje la luz encendida y ella, enternecida, se tumba a mi lado y me cuenta un cuento. Cuando acaba, yo sigo con los ojos abiertos, pero noto que su respiración es más calmada. Cuando la miro, es ella la que se ha dormido. Me acurruco junto a ella, y admito lo curioso que me resulta no escuchar ningún ruido extraño. Tampoco el armario hace ruido ni oigo pasos. Todo se ha calmado. Ahora ya no tengo miedo, y sin darme apenas cuenta, me quedo dormido abrazado a ella.

@rdellector

lunes, 4 de agosto de 2014

Entrevista a Paul Pen

Decía el escritor y filósofo Voltaire que la escritura es la pintura de la voz y no se equivocaba. Sin embargo, no todos los escritores que sueñan con serlo lo consiguen. A veces, sus obras se pasean por los pasillos de las editoriales esperando una oportunidad y a veces, surge el milagro y aparecen autores como Paul Pen.
Con su primera novela, 'El Aviso', alcanzó, en pocas semanas, el top 2 en ventas de ficción negra y con 'El brillo de las luciérnagas' ha vuelto a conquistar al lector y ha revolucionado el panorama literario actual. Y esto es solo el principio...



Dicen que a todos los autores se les despierta la pasión por escribir cuando leen a uno de los grandes y piensan " yo quiero ser escritor". ¿Te sucedió a ti? ¿Cuál fue?

Sí, a mí me ocurrió justo eso. Fue siendo aún muy pequeño y leyendo a Roald Dahl. Creo que fue exactamente con ‘Las brujas’, aunque pudo haber sido también con ‘Charlie y la fábrica de chocolate’. 

Cómo fue tu entrada y la evolución a lo largo de los años en el mundo literario.

Entré como entramos la mayoría: después de mucho intentar. Terminado el manuscrito de mi primera novela, ‘El aviso’, me dediqué a enviarlo durante un año a todas las editoriales de las que conseguí la dirección. Ninguna quiso publicarla. Opté entonces por buscar un agente, lo que me llevó casi otro año. Una vez que mi agente actual decidió representarme, la cosa se aceleró mucho. La editorial RBA publicó aquella primera novela algunos meses después. 

Da vértigo publicar la primera novela? No a todos los autores les va bien...

Vértigo, ninguno. Vaya bien o vaya mal, el deseo de ver tu manuscrito publicado es tan grande que sólo eso ya supone un éxito personal enorme. Si luego recibe buenas críticas y consigue grandes cifras de venta, mucho mejor, pero el primer gran éxito de todo escritor es conseguir publicar. 

¿Cuál es la mejor cualidad de un escritor?

Aparte del talento del escribir, que supongo que damos por sentado, diría que la disciplina. Escribir una novela requiere de un compromiso enorme, y ni el mejor talento puede suplir la falta de trabajo. 

Has comentado que te considerarás escritor el día que veas una edición de bolsillo de tu novela vendiéndose en los aeropuertos…

En efecto. Y, por suerte, acaba de ocurrir. DeBols!llo acaba de publicar ‘El brillo de las luciérnagas’ en ese formato. 

'El brillo de las luciérnagas' tiene como protagonista a un niño, pero no es la primera vez que escribes sobre ellos. ¿Por qué una novela desde la mirada de un niño?

Me gusta la inmediata identificación que se produce entre el lector y la mirada inocente de cualquier niño. Además, en el caso de ‘El brillo de las luciérnagas’, narrarlo en una primera persona infantil era el mejor recurso con el que contaba para dosificar la información y aumentar el suspense. Las mentes adultas de los lectores sacan conclusiones mucho más terribles de las que cuenta el niño protagonista, y eso genera una sensación de desasosiego que me interesaba explotar. 

Dices en 'El brillo de las luciérnagas' que "no existe criatura más fascinante que aquella que es capaz de crear luz por sí misma". En tu novela se mezcla esta luz del protagonista con la oscuridad de un sótano y algunos personajes. ¿Algo habitual en el ser humano?

Como especie, los humanos somos capaces de crear cosas hermosas, pero también de destruirlas, o crear otras aún peores. Y ese patrón se repite a nivel personal en cada uno de nosotros. La novela es una lucha constante entre la luz y la oscuridad y, como ocurre en la vida real, ni siquiera queda claro cuál ha ganado al final. 

En tus dos novelas nos inmiscuyes en un thriller psicológico. ¿Qué tiene este género para ti que no tienen otros?

Me gusta la sensación de suspense, algo que logra enganchar inmediatamente al lector y obligarle a seguir leyendo. Aunque de la etiqueta ‘thriller psicológico’ creo que es la palabra ‘psicológico’ la que, a la hora de la verdad, más define lo que escribo. 

Qué consejos le darías a un escritor novel. ¿Es difícil encontrar un agente?
Colocar un manuscrito es tan difícil como posible. Es algo así como enviar el currículum a empresas que no ofertan vacantes. 

Es inevitable preguntarte por tus nuevos proyectos. ¿Ya tienes algo entre manos?
Estoy escribiendo algunos relatos, unos guiones, y la tercera novela. Así que sí, algo tengo. 

Un libro, una canción y una película favorita 

Me resulta muy difícil elegir favoritos a toda una vida. ¡Ya son 34 años de buenos libros, buen cine y buena música!

@rdellector