Periodista en Bandolera, policía en Amar en tiempos
revueltos, médico en el Secreto de Puente Viejo, atracador en La Casa de Papel…no
hay papel que se le resista a Álvaro Morte. Este actor madrileño dejó las
Telecomunicaciones para dedicarse de lleno al mundo de la interpretación, pero
Álvaro no solo actúa, también es director de teatro y fundador de la compañía
300 Pistolas.
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¿Cómo
va a evolucionar El Profesor en La Casa de Papel? ¿Por fin veremos quién es
realmente?
El personaje de El Profesor
no deja de evolucionar y sorprender. Cada vez que recibía un guion me entusiasmaba
descubrir en qué nuevo lío se metía y cómo conseguía salir de él (si es que lo
conseguía). Pero nunca sabremos exactamente cómo es del todo El Profesor. Ahí
radica parte de su encanto.
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¿Qué
ha supuesto para usted profesionalmente el salto al prime time con un papel
protagonista?
La oportunidad de poder emplear más
tiempo en la construcción del personaje y la preparación de cada una de las
secuencias. Y por otro lado, me está abriendo puertas a las que antes era más
difícil acceder: cine, proyectos internacionales…
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¿Cómo
un estudiante de Telecomunicaciones acaba siendo actor?
Me di cuenta de que yo no valía para
estar toda la vida detrás de una mesa en un despacho. Entonces, entré en
contacto con una compañía de teatro de Las Palmas, estaba allí estudiando
telecomunicaciones, y al poco tiempo estaba haciendo las pruebas de acceso a la
Escuela de Arte Dramático de Córdoba, donde me titulé.
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¿Le veremos próximamente de nuevo en una
ficción española?
Sí, pero esta vez, en el cine.
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¿Cómo
surge la idea de 300 Pistolas, su compañía de teatro?
Por una necesidad de investigación
dentro del ámbito teatral. Me apetecía explorar los grandes clásicos. Enrolé en
la aventura a unos amigos, enormes actores, y disfrutamos mucho con la creación
de nuestro primer montaje, El Perro del Hortelano de Lope de Vega. Desde
entonces, Sara Gómez, Anna Hastings y Esteban Jiménez no han dejado de
participar en todos los montajes de 300 Pistolas.
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¿Qué
ofrecen de diferente sus versiones del teatro clásico?
No lo sé, eso lo debería definir el
público. Yo lo único que intento es ponerme en la piel del autor e imaginar lo
que a él (o ella) le hubiera gustado ver encima de un escenario. Investigo
mucho al autor de la obra que esté montando, el resto de su obra, su época, gustos
e influencias… Al fin y al cabo lo que hago es una especie de humilde homenaje
a ese autor.
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El
año que viene estrenan su primer espectáculo en inglés, y nada menos que
Shakespeare. ¿Ha supuesto un reto?
Tanto el resto de actores de 300
Pistolas como yo siempre encaramos los montajes de 300 Pistolas como un reto,
en el sentido de que siempre procuramos sacarnos el máximo rendimiento como
actores, y ellos lo hacen, ya digo que son estupendos. Dicho esto, debo decir
que a mí Shakespeare me encanta y poder trabajar un autor en su idioma original
me parece todo un lujo. Ahora estoy con la adaptación; estoy deseando llegar a
la sala de ensayo, ¡nos lo vamos a pasar en grande!
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¿Qué
le da el teatro que no le dala televisión?
Por un lado, más tiempo para poder
analizar el texto al que te enfrentas. En televisión el ritmo es vertiginoso y
sin embargo el teatro te permite profundizar más, ensayar, probar, equivocarte
y cambiar… Y por otro lado, el contacto directo con el público: maravilloso y
mágico, altamente adictivo.
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¿Escribiría
una novela?
¡Wow! Me encantaría… Pero la de escritor
es una profesión que respeto mucho. Hace falta tener mucho talento para ello.
Ojalá yo lo tuviera, pero ya te digo yo que no… ¡Ni de lejos!
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¿Actuar
o dirigir?
¡Cómo escoger! Empecé como actor, pero descubrí
la dirección y me apasionó. No podría vivir sin una de las dos facetas. En 300
Pistolas me puedo permitir actuar y dirigir al mismo tiempo ¡es lo bueno que
tiene ser el jefe! Jajaja
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¿Con que personaje o escritor literario se
iría a cenar?
Pues me daría una vueltecita por Madrid
junto a Valle-Inclán. Y acompañarle en alguna tertulia en un café con sus
compañeros literarios de generación.
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¿Ha
leído algún libro varias veces? ¿Cuál y porqué?
¡Sí! Como actor y director de teatro, he
de leer las obras una y otra vez para ir descubriendo las pistas ocultas en el
texto, pistas que ayudan a la creación de un personaje o la elaboración del montaje
de una función teatral. Pero más allá de eso, considero que los libros son
entes vivos que respiran de distintas formas según tu momento vital. Un libro
que puede no interesarte a los 18 años puede entusiasmarte a los 25 y
viceversa. No solo hay que leer, hay que releer.
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¿Qué
autor recomendaría auna persona que no lee habitualmente?
Yo soy un gran amante de la comedia.
Cuando tenía 14 años leí Sin noticias de Gurb, de Eduardo
Mendoza y todavía recuerdo las carcajadas con algunos pasajes. El enganche fue
inmediato y rotundo. Imagino que dependiendo de la persona recomendaría uno u
otro autor, pero vamos: Mendoza siempre es un acierto.
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¿Qué libro no ha podido terminar de leer? ¿Por
qué?
Pues mira… Lo voy a reconocer: ¡No puedo
con La Divina Comedia de Dante
Alighieri! Lo he intentado, prometo que lo he intentado, pero no puedo. ¡Tendré
que volver a intentarlo!
Buenos días. Esta entrevista es intresantísima. Quiero citarla para un trabajo formal. ¿Serían tan amables de indicarme la fuente: el nombre del autor, dónde se publicó originalmente, etcétera? Desde ya, si el autor de la entrevista es miembro del equipo que administra este blog, lo felicito por las brillantes preguntas, y lo animo a dar su nombre. Muchas gracias, desde ya.
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